miércoles, 11 de agosto de 2010

Se acostumbra pronto el cuerpo


... a las sábanas templadas, 
a las caricias de lecho, 
al brazo por almohada.

Se acostumbra pronto el alma 
a compartir su espacio, 
a inaugurar cartapacio, 
a tu desnudo en la cama.

Se acostumbra pronto la mente 
a la imagen del otro, 
a la nueva topografía, 
a saltarse los cotos, 
a poner fin a la paz fría.

Se acostumbra pronto el pecho 
a aplacar la fuerza del neolatido, 
a abandonar su acecho, 
a recomponer lo partido.

Se acostumbra pronto la vida 
a gozar de tu entusiasmo, 
a cicatrizar su herida.




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