Mi abuela fue una mujer excepcional. Amó a su
marido
hasta que le llegó la muerte. Le encantaba
que le
preguntáramos cómo se conocieron y qué fue lo
que de
él la enamoró. Entonces no titubeaba en la
respuesta, ni
pedía tiempo para pensarla, te miraba con el
corazón
directamente a los ojos y decía: Me
enamoré de sus
defectos.