martes, 13 de diciembre de 2011

Avances




Hoy es trece de diciembre de dos mil once para los humanos,
bueno, para algunos humanos. Cuando era niño pensaba
que en el siglo XXI solo trabajarían las máquinas, la ropa
se fabricaría a partir de materiales inensuciables,
inarrugables, inrotables, con pulsar un botón aparecerías
en cualquier lugar del planeta… y aunque no se ha
cumplido todo, reconozco que basta con pulsar un botón
para que una máquina me lave la ropa. No hay botones
para tenderla, plancharla y doblarla, pero por algo se
empieza. No obstante, es un momento histórico muy
interesante: Podemos hablar por teléfono vía satélite y a
continuación paliar nuestra boca reseca con un trago del
botijo y ese momento surrealista nos conecta al origen.
Y aunque ambos son dos grandes inventos, hay que
reconocer que el botijo cumple su función sin que haya
que enchufarlo a la red, haya o no cobertura; si bien es
cierto que, por mucho que hablemos por el piporro, no
obtendremos respuesta.

lunes, 28 de noviembre de 2011

El dedo




Con un dedo encendemos y apagamos las luces, subimos
y bajamos en ascensor, anunciamos visita en las casas
ajenas, sacamos dinero de los cajeros automáticos,
accionamos las ventanillas del coche, estampamos nuestra
huella de identidad, ponemos a punto los orificios nasales,
pedimos la palabra, podemos decir no, resolvemos
operaciones en una calculadora, acusamos a los demás,
pulsamos el botón de la cisterna y detenemos el tráfico
si queremos cruzar la calle. Con un dedo manipulamos
el mando a distancia, sacamos todo su partido a un móvil,
elegimos producto en las máquinas expendedoras,
podemos decir que te den, rogamos silencio, decidimos
la cantidad de combustible que le ponemos al coche,
apresamos una lágrima, evitamos un beso, contamos
hasta uno, aplastamos una hormiga y nos guiamos por
las líneas cuando aprendemos a leer hasta que el dedo
se topa con el punto y final.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Cruzando el charco




En Argentina, en el partido de Patagones, provincia de
Buenos Aires y situada al extremo sudoeste de la misma,
se encuentra una localidad llamada Bahía San Blas.
Es curioso, que aunque en verano acoge a miles de
turistas que recorren la costa portando cañas, cestas y
anzuelos (pues la pesca es su mayor reclamo), el resto
del año cuenta con 529 habitantes, ¡menos que mi barrio!
De las muchas cosas que tenemos en común yo destacaría
dos: La cigüeña, aunque la gaucha es rosa y allí la llaman
flamenco, y que los temas que tienen que ver con las
calles van lentos. Muy lentos.
Así que no estamos solos en el planeta. Al otro lado del
charco hay un San Blas que parece un barrio y a éste,
un San Blas con aires de ciudad.

martes, 22 de noviembre de 2011

Sobre la oscuridad



Próxima publicación de Rumorvisual, Nº 8. Poesía.

Mis días con Marcela



Próxima publicación de Rumorvisual. Nº 7. Relatos

jueves, 17 de noviembre de 2011

Lección didáctica.




Andrés meditó unos segundos antes de responder. Se
acercó a la mesa y sin abandonar la vertical, dijo:
“Está bien. Imaginemos que tengo una moneda, por
ejemplo ésta. Lanzamos la moneda y anotamos el
resultado, bien cara o bien cruz. Repetimos esta acción
todas las veces que deseemos y entonces observaremos
como a mayor número de tiradas, los resultados tienden
a igualarse. Y esto es muy importante, porque nos permite
afirmar que un suceso, aparentemente aleatorio, muestra
a la larga cierto comportamiento predecible. De ahí que
le haya invitado a abandonar el aula sin ningún
remordimiento, porque usted se comporta igual: Es una
moneda. Pero con idéntica imagen en ambas caras”.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Santiago Presidente

Cuando me presente a Presidente del país, propondré los siguientes puntos:

1. Una banca pública ética.

2. Ningún ciudadano cobrará más de diez veces el salario mínimo interprofesional. Todo el beneficio que se obtenga en la empresa, una vez asumidos los gastos, deberá reinvertirse en contratación, en I+D o en mejoras salariales para los empleados.

3. La economía no se basará en un crecimiento especulativo e irracional, sino en un modelo que garantice el equilibrio de la producción y su distribución universal. De la misma manera que producimos la energía que necesitamos, no se trata de generar por generar, sino para cubrir nuestras necesidades. El crecimiento por el crecimiento, aparte de ser una auténtica pérdida de cordura, favorece la especulación salvaje.

4. Dignificar la agricultura. Consumir productos autóctonos o cercanos a cada localidad, eliminando gastos en intermediarios, gasolinas y tiempos de transporte y conservación, apostando por una alimentación de calidad.

5. Reforma de la ley electoral, para que sea de una vez por todas proporcional y democrática.

6. Hogar, alimentación, sanidad y educación garantizadas, gratuitas y universales. Ningún ser humano quedará indefenso y fuera del sistema.

7. Favorecer el consumo en pequeñas y medianas empresas. Si gastamos nuestro dinero en grandes grupos, al final los beneficios generados se reparten entre cuatro "listos" y ese dinero deja de estar a nuestro alcance para engordar sustanciosas cuentas. Si nuestro dinero va a negocios familiares, el dinero vuelve a estar en circulación y al alcance de todos.

De momento, yo creo que está bien. No vaya a ser que luego no lo pueda cumplir. Esta es mi forma de verlo, así me evitaré que especulen con si soy "esto" o "lo otro". Abrazos para todos y buenos días.

Cáceres-Manhattan. Videoclip

lunes, 7 de noviembre de 2011

Uno nace filósofo...




... o poeta, si quieren,
al cabo es lo mismo.
He recorrido muchos metros
de recuerdos y sé
que no lo elegí,
que llegó impuesto.

Uno nace filósofo,
o poeta, que más da,
y entonces cabalga
ya para siempre a
lomos de la vida
y de la mente.

Uno nace filósofo,
o poeta, es igual,
y necesita de otro igual,
o poeta, para saberse
entendido.

Uno nace filósofo,
o poeta, que es lo mismo,
y cuestiona horarios
y prepara equipaje
e itinerario
sin moverse de la silla.

Uno nace filósofo,
o poeta, ya saben,
y el insomnio tira
de uno mientras
la ciudad duerme.

Uno nace filósofo,
o poeta, se entiende,
y sin control
se ve embriagado
por los sentidos.

Uno nace filósofo,
o poeta, claro,
y descubre pronto
que el viaje
lo hará solo.

Uno nace soldado
y descubre pronto
que el viaje lo
hará solo.

Uno nace filósofo,
o poeta, quiero decir,
y se resiste a asumirlo,
a aprender a convivir
con la nueva condición.

Uno nace filósofo,
o poeta, y su obra
está concebida como
epístola que justifica
al gremio y le da fuerza.

Uno nace poeta
o filósofo, ¿se dan cuenta?,
y no tiene lector detrás del verso,
detrás aguarda otro poeta.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

A buen entendedor




Alguien gritó:
¡A las armas!
Y entendieron:
¡A amarlas!
Y se dieron al abrazo. Y sin armas todas las almas, a la
voz de ¡retirada!, entendieron parrillada y, como es sabido,
después del amor se despierta el apetito y la sonrisa.
Y como no hubo que lamentar ninguna muerte, todos
dijeron: ¡Qué suerte!

viernes, 21 de octubre de 2011

Lección de amor




Mi abuela fue una mujer excepcional. Amó a su marido
hasta que le llegó la muerte. Le encantaba que le
preguntáramos cómo se conocieron y qué fue lo que de
él la enamoró. Entonces no titubeaba en la respuesta, ni
pedía tiempo para pensarla, te miraba con el corazón
directamente a los ojos y decía: Me enamoré de sus
defectos.

miércoles, 19 de octubre de 2011

"A la izquierda del roble"

El domingo, en La Habana Bar de Cáceres, recité este bello poema de Mario Benedetti. Es, sin duda, el poema que me hubiera gustado escribir. Espero que os guste.


https://www.facebook.com/photo.php?v=253305071387915

miércoles, 5 de octubre de 2011

El árbol


Esteban sembró la palabra árbol. La regó con la palabra
agua. Al poco la palabra tallo comenzó a abrirse camino
a través de las palabras gravilla, hasta que engordó una
letra y se transformó en la palabra tronco. Las palabras
ramas se poblaron de palabras hojas. Y como la palabra
amor estuvo siempre atenta a su crecimiento, el árbol se
cargó de palabras frutos y Esteban las colocó con cuidado
en esta página para que tú supieras de su árbol.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

El verdugo




Mario limpiaba el alma de los cañones sin reflejar
vehemencia o desagrado en la tarea, mas nunca apretó
un gatillo.
Andrés barnizaba la culata de los fusiles de asalto con
delicadeza: Protector, capa fina para una permeabilización
óptima, lijado, doble capa densa para el acabado, mas
nunca tuvo un arma.
Julián conducía un vehículo de gran tonelaje distribuyendo
minas antipersona por los cuarteles del ejército. Mas
nunca llevó uniforme.
Jesús, sobre un toro, circulaba por el almacén a gran
velocidad en busca de los pedidos de casquillos. Palé
arriba, palé abajo. Mas nunca rellenó uno de pólvora.
Alberto llegó a la política. Tuvo que ceder dos puntos
estratégicos del país a la Organización para facilitar el
ataque de un aliado. Mas ésta no era su guerra.
Marcos apretó el botón rojo y un complejo educativo
reventó bajo sus pies. En el edificio se encontraban en
aquel momento ciento sesenta y siete personas, pero
desde el cielo él no podía saberlo. Nunca desobedeció
una orden. Ejecutaba el sueño de los suyos. Tan sólo era
el verdugo.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Incomunicación




- ¿Viene usted mucho a este parque?
- Eso no es asunto suyo.
- Pues la verdad es que tiene razón.
- Pues ahora ya lo sabe.
- (...)
- (...)
- ¿Qué debo saber?
- ¿Bromea?
- ¿Le parece que bromeo?
- Francamente, me da igual.
- ¿Le da igual que lo sepa o que bromee?
- ¿Así que bromeaba?
- Y puede incluso que lo supiera.
- ¿Supiera el qué?
- Que no era asunto mío.

lunes, 12 de septiembre de 2011

La luz detenida




Dice mi madre que, de niño, me encantaba sacar los
álbumes y hablar con las fotografías. Que mis deditos
recorrían los inmortalizados recuerdos, a la par que mi
lengua de leche resolvía los nombres con apás, amás, la
tá, el né, onse, ela o alo. Que aquellos días fueron los
más felices de su vida y que cuando crecí lo suficiente
como para recopilar mis propios recuerdos, ella no volvió
a repasar los suyos. Los álbumes también envejecen y
antes o después, acaban muriendo.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Por delante del futuro




Corría por el borde del plato del reloj tan rápido como las
piernas me lo permitían. Bajo ellas pasaban las marcas
impresas de los minutos a razón de una por segundo y
cada cinco marcas un número gigante pintado en el suelo.
Atrás quedaba el cuatro. El segundero avanzaba con un
ruido ensordecedor, como si lo arrastrara el mecanismo
de un molino. De momento le sacaba siete segundos de
ventaja, aunque no sabía por cuánto tiempo. Al llegar al
nueve aflojé el ritmo y perdí dos segundos. No lo
conseguiría. Antes o después me daría alcance. Justo
cuando mi moral estaba a punto de desfallecer caí en la
cuenta de que cuanto más cerca estuviera del centro
menos espacio tendría que recorrer y podría pensar en
cómo escapar. Entonces me sorprendió un impacto seco,
contundente y el tiempo se me echó encima.