miércoles, 3 de febrero de 2010

Los inmortales

El famoso filósofo alemán Schopenhauer decía que “desear la inmortalidad es desear la perpetuación de un gran error”, pero esto pertenece al género de grandes citas catastrofistas. Sin embargo, es cierto que el ser humano ha estado enfrascado en esta tarea a lo largo de su historia. Y esto sin olvidar que, en una cultura como la nuestra, fue la muerte la que nos redimió del pecado gracias a un magnánimo acto de naturaleza divina, mas o menos como el que nos ocupa.
El tema adquiere ahora una singular notoriedad ya que científicos de gran prestigio como el biólogo y experto en envejecimiento de la Universidad de Cambridge, Aubrey de Grey insisten en que, en menos de lo que nos imaginamos, podremos vivir para siempre.
Y yo, que por el momento no tengo ningún interés en desaparecer, eché de menos en el reportaje algo de información sobre el precio de la gestión. Para los más curiosos diré que una criogenización a 20 años se pone en la friolera de un millón de dólares (y esto sólo por esperar en remojo)… imagínense cuánto cobrarán por rematar (que bien traído) el susodicho trabajo. Con lo que podría darse la paradoja de que bajo el mismo cielo azul convivan humanos inmortales con otros que quizá no alcancemos siquiera la esperanza de vida actual, lo cual generaría un desequilibrio difícilmente salvable.
Todo ello nos invita a pensar que el sueño de la inmortalidad será exclusivo de los humanos más pudientes, y seguramente la revista Forbes´t se encargará de publicar los tan preciados salvoconductos.
Así que, por mi parte, tan sólo recordar a los más excépticos que el mono que está detrás de todo este lío pertenece a la misma especie que el que nos bajó del árbol y nos posó en la luna.