jueves, 29 de julio de 2010

Borja


Sentado plácidamente en el sofá, Borja desliza su dedo nariz arriba. Al principio no pasa de ser mera rutina, pero pronto la voluntad se ve presa del vicio. El urgar pasa de instintivo a alevoso. Se va a hacer daño, piensa la vecina, que está más pendiente de la ávida tarea que de la conversación de la madre. El dedo de Borja desaparece por momentos bajo la nariz con cierta violencia mientras su mano describe movimientos circulares. A pesar de mirar hacia el televisor su mente trabaja en otro fin, ese moco se resiste. Pero a Borja le sobran recursos y logra, con un triple tirabuzón, recompensar su esfuerzo. Niño, que te vas a despeinar, apunta la vecina. Pero ya es tarde, Borja pasea el trofeo en busca del lugar en que colgarlo.

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