... yo arrastraba mi equipaje.
Confiamos en que cuatro pies
dieran un paso
y en mi mano dejaste una llave
que tan sólo abría media puerta
y la mía comenzó a poner pegas.
Bastó un segundo
para que nuestras bocas,
repletas, enmudecieran.
Bastó un abrazo
para que nuestras lenguas
no se enredaran
con la torpeza de las palabras.
abrazos, naranjos...perfumes de abril en la sombra¡¡¡
ResponderEliminarPetons
Mejor abrazos que torpes palabras¡¡¡
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