viernes, 22 de junio de 2012

Femme tenant un livre, 1932






Entre sus dedos descansa
un libro de cubierta verde,
ligeramente entreabierto.
En su regazo, los dedos
presos de la mano,
descansan libro y trama.

Sobre un sillón rojo sentada
la dama estriba su brazo
en el brazo rojo
y su mejilla en la palma.

Sin pensar en lo que observan,
con la mirada perdida
y el rostro al este,
sus ojos nos hacen ver
que está en actitud reflexiva.
Me pregunto si es Pablo
en quien piensa o si anda
inmersa en el relato.

A su izquierda,
de la pared pende un marco
que alberga un rostro,
podría ser cuadro o espejo,
o bien retrato o bien reflejo,
tanto de ella como de él.

Una gasa ligera de trazos
envuelve su abdomen,
cubriendo sin ocultar
el hemisferio sur de ambos senos,
el rubor de sus pezones.
Me pregunto si piensa en Pablo
como Pablo piensa en ella.

Seguí observando a la dama
con el descaro del que mira
sin ser visto.
Habrá quien piense que la dama
en cuestión es puta,
no quisiera pecar de listo,
pero no incita al deseo,
ni destila erotismo la postura.

Una bata azul templa su cuerpo,
poco después se irá a la cama.

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