lunes, 8 de agosto de 2011

Thriller


Las aspas del ventilador cenital giraban lentamente. Bajo
ellas, el sudor se mezclaba con los gemidos y los gemidos
con los acordes de It never entered my mind, de Miles,
que provenían del aparato de radio. Cuando Marta se
desbocó sobre él, Juan la sintió como un potro al que
hubiera que montar para domarlo. Durante horas se
entregaron el uno al otro sin tapujos, ni falsas promesas
y después Juan cogió la aguja del dial y la mató de un
golpe certero. Porque era un sicópata.

No hay comentarios:

Publicar un comentario