martes, 5 de enero de 2010

Generación Nini

Cuando Douglas Coupland escribió a principio de los noventa un libro al que dio por título “Generación X”, difícilmente podría haber imaginado que dicho título daría nombre a mi generación. Han pasado quince años y parece que no hemos aprendido nada.
Nosotros crecimos como hijos de la Coca-Cola, de la democracia y del olvido. Herederos de un pasado rancio, de un dudoso presente y padres de un jodido y nada halagüeño futuro. También a nosotros nos vendieron un “hoy” acomodado en el que la emancipación era casi una utopía. Nos acusaron de generación pasiva, individualista y competitiva. De vivir sin ideología, de consumistas y acomodados.
Hoy somos nosotros los que inventamos etiquetas y a esta nueva generación de jóvenes la hemos denominado Ni Ni. Nuevos nombres para viejos problemas de comunicación. Una falsa intelectualidad que ya no recurre a la literatura para buscar epígrafes más acertados. Les acusamos de falta de ideología cuando sabemos que los sistemas las han deformado, envilecido y adaptado a caprichos dictatoriales. El descrédito del poder político no ha hecho más que aumentar y el pueblo llano intuye que manda cuando le deja el económico.
Acusarles de consumistas, competitivos e individualistas… resulta obsceno, pues estas son tres de las claves sobre las que nuestro sistema se asienta.
Los jóvenes se enfrentan a los nuevos tiempos sin instrucciones, como nos pasara a nosotros, y sin embargo es difícil encontrar un momento pasado en el que el activismo, la protesta social, los movimientos antiglobalización o contra el cambio climático formaran parte del día a día. La juventud cumple su papel de oposición, de resistencia y de rebeldía, al cien por cien.
Lo cierto es que, llámese Generación X, generación Nini o generación yeyé, estas denominaciones tan sólo denotan poca honestidad a la hora de asumir nuestro fracaso como generación anterior.
Desconfiar de la juventud nos convierte en el peor de los pesimistas, aquel que no cree en el mañana.

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