Y las mujeres se arremolinan en torno al rebujón, al roce consentido (por inevitable), al tenso trapo de hilo atrapado entre dos manos que no corresponden al mismo cuerpo. Y es tal el espallafato que se prepara en días de feria, que el manso gentío se comporta como bravo morlaco embistiendo con generosos monederos al quite de voceros y tenderos, que con sutil y elegante reclamo comunican a la concurrencia que: lo más barato, es el trato.
Revista Noudar, julio 2009
Bellas, hermosas, cálida, dulces, arremolinadas palabras, suaves como caricias; y la brisa...¡
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