Tú lo eres todo:
ilusión, alegría, vida, miedo.
Te sientas sobre mis piernas
y me digo es un milagro.
¿Sabes una cosa, papi?
No, no la sé.
Cuéntamela, cariño.
Entonces, tu lengua de leche
se lanza a contar lo que has hecho,
lo que has visto y has sentido.
Y eres verdad,
pureza, transparencia, niño,
un instante delicioso
en el que veo por tus ojos
y me olvido de los míos.
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