Cáceres está
muy lejos de Manhattan,
las muestras de amor
tardan en llegar
y cuando por fin
alcanzan su destino,
dejan entrever su abatimiento
y reclaman caldo y cama.
Otras muchas
se pierden en el trayecto,
en la falta de cobertura,
en la fuerza de la duda...
Para colmo,
el perro del vecino
se entrega en cada ladrido
y la onomatopeya
no podría ser más acertada:
Sus guaus y mis why ́s
interrogan a la noche,
pero ambas persistencias
no logran recompensa alguna.
Me pregunto si ladran
los perros en Manhattan
y quién está detrás
de tanta soja.
Santiago, un gran poema que recuerda a clásicos como Pepe Hierro.
ResponderEliminarMe gusta mucho...¡ Petons
ResponderEliminar(Lo conozco, de tu libro...)
Petons