... a las sábanas templadas,
a las caricias de lecho,
al brazo por almohada.
Se acostumbra pronto el alma
a compartir su espacio,
a inaugurar cartapacio,
a tu desnudo en la cama.
Se acostumbra pronto la mente
a la imagen del otro,
a la nueva topografía,
a saltarse los cotos,
a poner fin a la paz fría.
Se acostumbra pronto el pecho
a aplacar la fuerza del neolatido,
a abandonar su acecho,
a recomponer lo partido.
Se acostumbra pronto la vida
a gozar de tu entusiasmo,
a cicatrizar su herida.
bellos cuerpos latiendo... acostumbrandose al tiempo¡¡¡¡
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