Hoy es trece de diciembre de dos mil once para
los humanos,
bueno, para algunos humanos. Cuando era niño
pensaba
que en el siglo XXI solo trabajarían las
máquinas, la ropa
se fabricaría a partir de materiales inensuciables,
inarrugables, inrotables, con pulsar un botón
aparecerías
en cualquier lugar del planeta… y aunque no
se ha
cumplido todo, reconozco que basta con pulsar
un botón
para que una máquina me lave la ropa. No hay
botones
para tenderla, plancharla y doblarla, pero
por algo se
empieza. No obstante, es un momento histórico
muy
interesante: Podemos hablar por teléfono vía
satélite y a
continuación paliar nuestra boca reseca con
un trago del
botijo y ese momento surrealista nos conecta
al origen.
Y aunque ambos son dos grandes inventos, hay
que
reconocer que el botijo cumple su función sin
que haya
que enchufarlo a la red, haya o no cobertura; si bien es
cierto que, por mucho que hablemos por el
piporro, no
obtendremos respuesta.